Se le enredan los fideos, esta aprendiendo cuales son los agnolottis y los sorrentinos, le tiene cierto miedito tonto a los canelones, aprende de memoria la especialidad de la casa, no para de repetir el nombre de su "compañera guía" Leila, a quien le agradece tanta paciencia y ayuda, Leila es la compañera que toda principiante querría tener, Mauricio está en la cocina, una especia de Ricardo Iorio "lo hago todo" de La Ferrer, que me salva con sus mates amargos y con sus charlas llenas de cariño a sus hijos y a sus perros, y cómo no nombrar a quien me alegra las mañanas y me ayuda cuando me baja el azúcar, el que corre por algo dulce es: Sebastián, desde las 7:30, este flaquito, alias Gerardo, porque según dicen, todos se tornan sus secretarios y secretarias, es un gran tipo sin dudas, él es oficial de pastas.
Una familia mas que humana dirige la fábrica, no lo niego, me encariñe, y me hubiera gustado quedarme, pero mi ilusión de continuidad, de buen clima de trabajo cayo en picada con las palabras miedosas menos adecuadas, si, soy diabética tipo 1, insulinodependiente, o sea, me inyecto como 6 veces al día, les dio miedo, pensaron que seria un problema, y me dieron mil y una excusas, con lo que leí: no sirvo.
De esto ya pasó una semana y todavía tengo un nudo en la garganta, porque por si no lo saben, mi condición es para toda la vida, entonces mis conclusiones son funestas, y, no dejo de entender el miedo de las personas para conmigo, para con las agujas, pero no me sé incapacitada para trabajar, infelizmente no puedo ocultar mi mal funcionamiento del páncreas, porque de tener alguna dificultad necesito la ayuda correcta, caso contrario no cuento el cuento.
¿Entonces?
La chica ya no se levanta a las 6 AM, no se monta a su bici y pedalea contra el frío las 20 cuadras, no da mas el buen día a sus compañeros, no se pone mas el delantalcito rosa y la ropa clarita, no cobra los domingos, no tiene mas compañeros de trabajo, no tiene que aprender más códigos de productos para facturar, no le duele el cuerpo entero al llegar la noche, ni el alma de extrañar a su novio.
¿Cómo se le explica a alguien que tiene algo para toda la vida, que ese algo va a ser objeto de tristeza, de miedo, de maldita impotencia, de dificultad permanente?
¿Alguien puede explicármelo?
Sigo yendo y viniendo de entrevista en entrevista, pero me persigue un cartel con luces de neon que dice: Discriminación.