Desde una Villa en el Parque
viernes, febrero 03, 2006 Falsas nacionalidades

Las ocho de la mañana, después de una tormenta, de esas que te dejan caminando en la calle con el agua a la rodilla, la ropa pegada al cuerpo y las gotas que dejan el mundo más pesado.
¿A dónde tenía que llegar?
Nunca supe muy bien, sólo se que terminé, seca de agua y no de sudor, en un desgarrado colchón apoyado en el piso, mirando paredes de ladrillo a medio terminar, intentando esquivar la luz de una pequeña ventana y estirando mis brazos y piernas al mismo tiempo que otros brazos y piernas de un color oscuro, sin llegar a negro, pero que contrastaba fotográficamente conmigo.
Sentí, pegado a mi espalda, un pecho que respiraba fuerte,
un brazo que abrazaba y otro brazo que con su mano y dedos hacia caricias,
una boca que besaba mi cuello, unas piernas que me envolvían.
Ya no sentía mas la ropa mojada, miré atentamente y percibí que no había vestimentas, ellas descansaban en el piso, desparramadas; y vos susurrabas en uno de mis oídos palabras que decían algo así como que tenia que dormir porque estaba muy cansada, que si quería seguir tenía que cerrar los ojos y concentrarme en alguna sensación agradable, intenté hacerte caso y sólo logré que mis recuerdos se agolparan haciendo avalancha contra mis rulos, entonces, un precipicio se presentó ante mi, agarre tu brazo con fuerza, dejaste que me sostenga.
Percibí que mis huesos sobresalían de la carne de una manera asustadora. ¿Cuánto tiempo había pasado mal alimentándome?
¿Qué día era?
¿Por qué no había más preservativos?
¿Por qué sentía que estaba jugando a la ruleta rusa con un arma descargada?
Si siempre lo hice con todas las balas.
¿Y? Parecía estar armado.
Y fue sólo un engaño.
Desprovisto de armas logro dejarme de brazos y piernas abiertas contra la pared.
¿Y ahí vamos otra vez?
El deporte hace bien a la salud.
Fue mi conclusión, entrenar, entrenar para quién sabe qué competencia.
¿Qué ya ganaste?
¡Uy ni me di cuenta!
Te repito que no me importa y me hundo en el tobogán de tu boca, me enrosco en el laberinto de algunos besos. Y creéme que nada es igual.
¡Uy! ¡No sos quien pensaba! Mejor dicho: pensaba en otra persona.
¡Shhhhh! ¡No se lo digas a nadie!
Si nadie va y viene, si nadie no está, si se va muy despacito, se desliza en mi abismo, si apenas nadie me puede ver.
Pero si nadie es tu molestia, ¡soltáme la mano!
Porque nadie está armado, porque quiero ir con nadie, porque nadie lo hace tan bien.
Porque nadie no gana, a nadie le gusta el juego y nadie me lleva tan alto.
Y pensar que nadie me disparó y luego nadie lloró.
No le creas a nadie, porque nadie vuelve.

Sara Saudková

Posted by Dark Rusa :: 10:13 p. m. :: 31 comments

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